La UACM fue fundada en abril de 2001 a través de un decreto del entonces jefe
de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador. El 16 de
diciembre de 2004 la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó su
autonomía, régimen que entró en vigor el 5 de enero de 2005 al ser publicada la
Ley de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México en la Gaceta Oficial del
Distrito Federal de la fecha.
Una nota distintiva del texto jurídico aprobado por la ALDF en 2005 es la
gran cantidad de artículos transitorios incorporados. De hecho, el cuerpo de
transitorios constituye una especie de ley reglamentaria de la norma general ya
que en éste se declaran, entre otros aspectos, las atribuciones específicas de
las tres autoridades universitarias: el Rector, el Consejo Asesor y el Consejo
General Interno. La norma admitía la continuidad de esos órganos de gobierno, en
tanto se formulase el Estatuto General Orgánico de la institución y en éste se
reglamentara la integración de un Consejo Universitario.
Al comenzar el año 2006, era claro que la UACM tenía la responsabilidad de
formular una norma reglamentaria para dar condiciones de estabilidad política a
la entidad autónoma. Pero se dejó correr tiempo antes de encarar ese proceso.
Ello puede entenderse, en alguna medida, por un brusco cambio en las condiciones
políticas del entorno. En las elecciones de julio de 2006 fue electo para
encabezar el gobierno capitalino Marcelo Ebrard Casaubón, abanderado de la
“Coalición por el Bien de Todos”, quien decidió, entre otras reformas
administrativas, establecer la Secretaría de Educación del Distrito Federal. La
flamante dependencia sería encabezada por un reconocido investigador de la UNAM,
el doctor Axel Didriksson Takayanagui.
Didriksson presentó a la ALDF y a la prensa su programa de trabajo en marzo
de 2007. Uno de los puntos de éste consistía en someter al órgano legislativo
una iniciativa de ley orgánica para la UACM. No tardó el rector en funciones, el
ingeniero Manuel Pérez Rocha, así como la comunidad universitaria, en mostrar un
franco rechazo a esa posibilidad. La condición de autonomía universitaria, se
argumentó, impide al Ejecutivo de la ciudad tener injerencia en definiciones
normativas de ese alcance.
En el evento comentado Didriksson perdió y Pérez Rocha ganó. Sin embargo, a
partir de ese momento, comenzó a abrirse una distancia entre la administración
de Ebrard y la Universidad, poco después entre la Asamblea y la misma
institución. La UACM quedó en posición defensiva, lo que no haría sino acarrear
dificultades a la gestión de Pérez Rocha y a la imagen de la Universidad.
Otro aspecto contextual, que continúa gravitando sobre la crisis actual de la
UACM, ha sido la incapacidad de las autoridades ejecutivas y legislativas de la
entidad federativa, para definir, establecer y desarrollar una política de
educación superior concreta. Ni Axel Didriksson ni su sucesor, el licenciado
Mario Delgado Carrillo, actualmente senador de la República, trabajaron en esa
dirección. La ALDF, por su parte, ha sido más bien errática al definir
lineamientos sobre la educación superior de la capital. Un ejemplo contundente
radica en la aprobación, en marzo de 2011, de un programa de becas para apoyar
la incorporación de estudiantes a universidades privadas sin programas
acreditados (véase “¿Voucher escolar en el Distrito Federal?”, Campus Milenio
núm. 406).
En consecuencia, la UACM ha carecido y adolece de un referente de política
educativa que oriente y organice su desarrollo. Y eso se nota y pesa. Más bien,
la institución ha quedado librada a sus propias fuerzas para impulsar las
alternativas y propuestas del proyecto académico. No en pocos casos en medio de
la incomprensión de funcionarios y legisladores del DF.
El ingeniero Pérez Rocha dejó el cargo de Rector en 2010, al cumplirse ocho
años de gestión directiva. Al final de su rectorado se dieron pasos firmes para
la institucionalización de la Universidad. El 9 de enero de 2008 se instaló el
primer Consejo Universitario. Entre otras acciones, el órgano colegiado integró
el Estatuto General Orgánico (EGO) que hacía falta y lo aprobó, tras largas
sesiones de discusión, en febrero de 2010.
Una vez aprobado el EGO se abrieron las condiciones normativas para que la
sucesión de Pérez Rocha procediera con apego a la normativa interna de la
institución y con pleno sustento en la autonomía universitaria. No sobra añadir,
sin embargo, que a esas alturas la relación entre la rectoría universitaria y la
ALDF se había deteriorado hasta límites prácticamente de ruptura. En marzo de
2010 Pérez Rocha rechazó, mediante comunicación pública, el llamado a
comparecencia solicitado por la ALDF. El ingeniero argumentó, en esa
oportunidad, que la condición de autonomía de la UACM hacía improcedente a los
legisladores convocar en esos términos al Rector.
En mayo de 2010, cumplido el proceso previsto en la legislación de la UACM,
la doctora María Esther Orozco Orozco fue designada por el Consejo Universitario
como la nueva rectora. Llegó al cargo con un importante capital político: buenas
relaciones con el gobierno de la Ciudad —fue directora general del Instituto de
Ciencia y Tecnología del GDF en el periodo 2006 a 2010—, excelente imagen
académica, y reconocimiento en la comunidad universitaria. Pero pronto se
encargaría de dilapidarlo.