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19 de mayo de 2011

Postura del SNTE sobre evaluación educativa

El pasado 15 de mayo, en el marco de la celebración del Día del Maestro, la presidenta nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores al Servicio de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo, pronunció un discurso en el cual, en forma por demás sucinta, casi cifrada, comunicó la perspectiva de la organización gremial sobre la evaluación en el sistema nacional de educación básica.
Semanas antes, la líder sindical había manifestado una postura crítica tanto al desempeño de los dos secretarios de Educación del sexenio, Josefina Vázquez Mota y Alonso Lujambio Irazábal, como a los resultados educativos logrados.

En el lanzamiento público de la convocatoria al Quinto Congreso Nacional, el 3 de mayo del presente, Gordillo se pronunció por un cambio drástico en el enfoque de las políticas educativas de los últimos años. Señaló: “es hora” de que se diseñe una política de Estado y dar un basta de parches al sistema educativo en México. Basta de no aceptar que lo que requerimos es una reforma de gran calado, un cambio estructural” (El Universal, 4/05/11).

Tal pronunciamiento fue naturalmente interpretado como una posición de deslinde del organismo sindical respecto de las políticas instrumentadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Más concretamente, como el principio del fin de la Alianza por la Calidad de la Educación suscrita entre el SNTE y la SEP, dada a conocer el 15 de mayo de 2008.

En virtud de este contexto, llamaron la atención de los medios algunas expresiones de Elba Esther Gordillo en su discurso del 15 de mayo, en las cuales transluciría, según la prensa, la vigencia del respaldo sindical al titular del Ejecutivo. Particularmente las palabras: “Gracias, porque su gobierno, a cinco años, podemos decir con satisfacción y orgullo: nos ha cumplido en el compromiso de ir elevando salarios, prestaciones y la dignificación social del magisterio mexicano.”

Una lectura más detenida del texto de la líder del SNTE hace ver, no obstante, que sus palabras de gratitud expresan, como normalmente ocurre en las ceremonias del Día del Maestro, la satisfacción del gremio por los acuerdos de incremento salarial y las prestaciones negociadas con la autoridad, pero no más que eso.

En cambio, se reitera la crítica sindical: “Claro que la mejor herramienta que disponemos para cumplir con la juventud es la educación. Claro, requerimos de una educación con mucho más calidad de la que disponemos hoy. Claro que no estamos conformes con lo que hemos logrado”, así como el señalamiento según el cual la vía reformista está agotada.

De especial interés, por otra parte, son las señales que muestra el SNTE —siempre según el discurso de Elba Esther Gordillo— acerca de los procesos y mecanismos de evaluación. El primero atiende al Instituto Nacional de Evaluación para la Educación (INEE).

Al respecto, el texto del discurso indica: “Aún hoy, estamos pidiendo convertirlo (al INEE), señor presidente, porque estamos claros de su convicción democrática, y su deseo de que la sociedad se inmiscuya más en el tema, a que este instituto se convierta en una institución autónoma y ciudadanizada; petición que, sin duda, siempre he sabido, comparte su gobierno, y muchas organizaciones civiles comprometidas con el tema, ya que ellos la permitirían desplegarse con una perspectiva mucha más amplia e incluyente. Las Asociaciones de Padres de Familia así nos lo han solicitado y así nos hemos comprometido”.

En declaraciones a la prensa, posteriores al encuentro, Elba Esther precisó que “el INEE debe ser una especie de IFE, que no se partidice” (La Jornada, 16/05/11). Por su parte, el presidente Felipe Calderón Hinojosa acusó recibo del tema del INEE, y aunque no se pronunció sobre la opción de la autonomía, sí habló de la necesidad de “fortalecer” la institución.

La propuesta —que coincide con la perspectiva desarrollada por el Partido Acción Nacional y el Panal (Partido Nueva Alianza), así como por algunas organizaciones sociales involucradas en la educación— implicaría una transformación institucional relevante. Para empezar, si se está pensando en elevar al INEE al rango de órgano constitucional autónomo, su reforma conlleva cambios de alcance constitucional, en la Ley General de Educación, y en las normas educativas de los estados. No es algo menor, pero sobre todo haría falta definir con precisión la relación entre los resultados de las evaluaciones y los procesos de toma de decisiones en la jurisdicción de la autoridad educativa. Lo que tampoco es trivial.

Una segunda propuesta se refiere a la opción de implantar la Norma Oficial Mexicana del Servicio de Calidad de la Educación Básica que, según Elba Esther, “la autoridad está analizando.” Esta cuestión es inquietante. La NOM educativa diseñada por el SNTE propone un gigantesco esquema de evaluación de establecimientos y servicios educativos. Más aún, este instrumento —al fijar los estándares de gestión, formación y evaluación en el marco del sistema nacional de normas técnicas, regido por la Ley Federal sobre Metrología y Normalización (LFMN) — extrae de los poderes Ejecutivo y Legislativo el control de aspectos cruciales en el gobierno de la educación básica obligatoria.

La SEP no cuenta con un Comité de Normalización para dictaminar la pertinencia de la NOM y ninguno de los comités técnicos de normalización reconocidos por la Secretaría de Economía es competente en materia de evaluación educativa, entonces, ¿a qué autoridad se refiere la líder del SNTE?, ¿es acaso una finta o va en serio esta vía?

En todo caso habrá que estar pendientes de la que parece la posibilidad más viable, aunque no exenta de riesgos de retroceder en lo que se ha avanzado, es decir, la eventual reforma del INEE. Por lo pronto, el debate está abierto.

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