El pasado 21 de mayo el presidente de Chile, Sebastián Piñera Echenique,
primer político de derecha electo democráticamente desde el fin del régimen
militar, presentó su segundo informe ante el Congreso Nacional y tituló su
mensaje político “Construyendo una sociedad de seguridades, oportunidades y
valores.” Como en ese país el periodo presidencial dura cuatro años, sin opción
a reelección consecutiva, el segundo informe asume un significado particular, es
interpretado como un balance realista de las posibilidades y límites de la
propuesta gubernamental.
En el discurso de Piñera sobresale el señalamiento de logros económicos en el
marco de la política y estrategias de recuperación. Se hace notar que el país,
además de sufrir severamente las consecuencias de la recesión económica mundial,
debió enfrentar las secuelas del terrible sismo de febrero de 2010.
Al respecto se menciona que las políticas económicas implementadas para
recuperar los niveles de crecimiento y empleo han sido exitosas, pues los
principales datos macroeconómicos muestran signos de recuperación: “Chile está
creciendo en torno a 7 por ciento anual, el ritmo más alto de los últimos quince
años”, dato al cual se añaden indicadores positivos en materia de productividad,
volumen de exportaciones y consumo privado.
En materia de empleo se recuerda que la meta gubernamental fue crear en el
periodo 2010-2014 un millón de empleos. Se reporta que, en los primeros dos años
de la administración, se generaron 487 mil plazas laborales, al tiempo que las
remuneraciones personales crecieron más de 6 por ciento, ligeramente por encima
de la inflación.
Con todo, indica el informe, el principal reto en el horizonte es de carácter
social. Al respecto, el discurso se enfoca sobre el significado de una sociedad
de “seguridades y oportunidades”. Según la Presidencia, “una sociedad de
seguridades significa una vida digna para todos los chilenos y chilenas y
atenuar los temores que nos oprimen. Para ello necesitamos una red de protección
fuerte y siempre disponible para acogerlos. Pero no una telaraña que los atrape
en una dependencia permanente”.
Asimismo, “una sociedad de oportunidades significa que todos los chilenos
tengamos la posibilidad de realizarnos como personas y desarrollar en plenitud
los talentos que Dios nos dio. Para ello debemos mejorar la educación, crear
empleos y potenciar las fuerzas de la innovación y el emprendimiento”.
Así enfocado el núcleo de la política social, el tema educativo figura como
prioritario en la agenda gubernamental. En ese marco, se informan los
principales logros en materia de cobertura y calidad de la educación básica y la
media. No sólo se ha alcanzado cobertura prácticamente universal de primaria al
bachillerato, sino que se advierten signos de mejora de calidad a partir de los
resultados obtenidos en pruebas extranjeras (como el Programa para la Evaluación
Internacional de Alumnos, PISA, por sus siglas en inglés) en el sistema nacional
de evaluación. En ese punto del balance, el informe plantea: “¿cuáles son nuestros próximos
desafíos? Tal como hicimos la reforma a la educación básica y media, llegó la
hora de la educación superior y preescolar”.
Referente a la educación superior se informa que por primera vez se ha
superado el millón de estudiantes, cifra que representa un nivel de cobertura
equivalente a dos terceras partes del grupo de edad relevante, lo que es más del
doble que en México o Brasil. Además, se añade en el discurso, del millón de
universitarios, 700 mil pertenecen a la primera generación de familias que
accede a este nivel y 560 mil son beneficiarios de becas o créditos apoyados por
el Estado.
¿Qué propone la reforma? Básicamente crear una subsecretaría de educación
superior, afianzar la autonomía y “perfeccionar los mecanismos de financiamiento
estudiantil (para) reprogramar los 100 mil deudores morosos del Fondo
Solidario”. También se plantea modificar el esquema de Aporte Fiscal Indirecto y
modificar el criterio de admisión basado exclusivamente en la PSU (Prueba de
Selección Universitaria), “incentivando que las universidades atraigan también a
los mejores alumnos de colegios municipales y particulares según el ranking de
su curso”.
Ante este anuncio, la reacción de las fuerzas opositoras, de especialistas y
en general de las comunidades universitarias, ha sido bastante crítica.
Fundamentalmente se cuestiona a la Presidencia de evadir el tema central de la
problemática universitaria chilena: la muy escasa aportación fiscal al sector,
así como los límites estructurales que el modelo de voucher escolar y el sistema
de becas crédito adolecen.
Al respecto, José Joaquín Brunner es contundente: “además de no existir
ningún compromiso serio con la necesidad de aumentar sustancialmente el gasto
público en este sector (que hoy es de los diez más bajos del mundo), no hubo
propuestas para una verdadera reingeniería del actual esquema. No hay indicación
alguna sobre cómo se modificará el aporte fiscal directo (AFD), transformándolo
en un instrumento de conducción estatal y de mejoramiento del desempeño de las
instituciones favorecidas. Nada hubo en el mensaje —en la dirección esperada— de
reorganizar los esquemas de ayuda estudiantil, fusionando dos esquemas de
créditos que separadamente funcionan mal y discriminan a los jóvenes chilenos.
La idea de cambiar el AFI por un voucher más parece un guiño ideológico a los
puristas neoliberales del gobierno que una medida realista de fortalecimiento de
la equidad del sistema” (“Mi opinión frente a las medidas presidenciales del 21
de mayo 2011 para la educación superior”).
Lo que la posición crítica señala es que con “más de lo mismo” difícilmente
se pueden remontar los niveles de cobertura, calidad y posibilidades de
inserción laboral de los egresados. En ese sentido, la reforma, según varios especialistas, es sólo paliativa de
algunos síntomas críticos, pero no toca los problemas de fondo ni ofrece una
perspectiva de largo aliento. Es de esperarse, en tal contexto, que se avive un
debate pendiente en el seno del Congreso y que la Presidencia tome posición
frente a los principales cuestionamientos.
Habrá que estar pendientes de este debate porque varios de sus temas
(crecimiento, acceso, financiamiento, calidad) nos tocan muy de cerca en el
presente y, desde luego, en el futuro más próximo.