Hace poco más de un año, el 7 de noviembre de 2007, Barack Obama, quien
apenas contendía por la representación del Partido Demócrata para la elección
presidencial de Estados Unidos de 2008, pronunció un célebre discurso en
Bettendorf, Illinois.
Ese discurso se conoció con el título Recuperar el sueño
americano (Reclaiming the American Dream) y alcanzó una muy amplia difusión
entonces y posteriormente. En él se apuntan los trazos generales de la propuesta
de política social de quien el 20 de enero próximo tomará posesión del cargo
presidencial.
El texto citado enuncia las ideas de renovación educativa de Obama, y su
principal interés radica, en este momento, en que contiene el repertorio básico
de las promesas de campaña en la materia, si bien enunciadas en la retórica
propia de un candidato en busca de votos. Decía Obama, en primer lugar, que "los
americanos compartimos una fe en sueños simples. Un trabajo con ingresos que
puedan sostener una familia. Un sistema de salud con el que podamos contar y
pagar. Un retiro digno y seguro. Educación y oportunidades para nuestros hijos.
Esperanzas comunes. Sueños americanos."
Pero no sólo una educación económicamente costeable por el ciudadano común,
sino un proyecto que se diferencie del desarrollado en los últimos años. Al
respecto, Obama se desmarcaba de las políticas educativas centrales del
presidente George W. Bush: Cuando sea presidente, dejaremos de impulsar
iniciativas del tipo 'No Child Left Behind', que lo que han dejado atrás es el
dinero, e iniciaré inversiones reales en educación. Esto quiere decir educación
inicial. Esto quiere decir reclutar un ejército de nuevos maestros, pagarles
mejor y apoyarlos para que no sólo aprendan a evaluar (teaching to test) sino
que aprendan a enseñar.
Es necesario, decía Obama, poner la educación superior al alcance de cada
americano. Ésta es la mejor inversión que podemos hacer para nuestro futuro.
Crearé un nuevo y totalmente reembolsable crédito fiscal de 4 mil dólares
anuales para inscripciones y colegiaturas, que pueda cubrir dos tercios de las
colegiaturas del promedio de los colegios y universidades públicas. Asimismo,
simplificaré los procesos para la solicitud de ayuda financiera, para que no
tengamos a millones de estudiantes que no solicitan ayuda porque es muy difícil.
Comenzaré por suprimir el actual formato de solicitud de becas federales y en su
lugar se emplearán los datos proporcionados en la declaración de impuestos.
La propuesta de modificar y simplificar los esquemas financieros y los
trámites vigentes para la obtención de becas y créditos educativos será más
tarde detallada con precisión, aprovechando algunos de los proyectos que había
formulado el equipo de su competidora, la senadora Hillary Clinton.
Sobre la educación superior de ciclo corto, los denominados colegios
comunitarios, el candidato Obama proponía aprovechar el tremendo recurso que
representan los colegios comunitarios que, al día de hoy, concentran la mitad de
la matrícula de educación superior del país, mediante la creación de un nuevo
programa de colaboración. Apoyaremos a estas instituciones para que determinen
el tipo de formación técnica que requiere la industria local, ampliaremos la
oferta de programas en nuevos campos de conocimiento y premiaremos a los
colegios que logren una mayor proporción de titulados. Ése es el cambio que
necesitamos para que nuestros jóvenes puedan alcanzar sus sueños.
Una vez ganada la elección primaria, ya como candidato demócrata, Barack
Obama hizo suyas las recomendaciones de política de educación superior
contenidas en la plataforma del partido que lo postuló.
Entre los proyectos y
objetivos que se destacan conviene citar los siguientes: a) simplificación del
proceso de solicitud de apoyo financiero; b) nuevo programa de crédito fiscal
Oportunidad Americana; c) ampliación del programa de Becas Pell para
estudiantes de escasos ingreso; d) programa de alianzas con colegios
comunitarios; e) eliminación de los costos de intermediación bancaria en la
gestión de créditos educativos subsidiados con fondos fiscales. Además, como una
idea relativamente novedosa, la plataforma de Obama proponía un programa de
evaluación temprana, a través del cual los estudiantes de educación media
pudieran anticipar sus posibles resultados en las pruebas conducentes a la
selección universitaria y, gracias a ello, mejorar sus posibilidades de elección
de carrera e institución de destino.
Por ahora dejemos de lado la discusión sobre la bondad y, en todo caso, la
viabilidad de las soluciones propuestas. Hay que esperar mayores precisiones
acerca de las políticas y programas que ocuparán, efectivamente, el lugar de
prioridades educativas en la administración de Obama. La cuestión es, al igual
que en otros dominios de la política social, si tendrá el gobierno entrante la
capacidad de generar los recursos económicos suficientes para emprender las
transformaciones educativas que se propone. Dicho en otras palabras: en una
coyuntura, como la actual, en que el acceso a recursos financieros por la vía
fiscal es un auténtico desafío, ¿se seguirá pensando en la educación como la
llave del futuro?