El día de ayer, 19 de noviembre, se llevó a cabo la sesión ordinaria de la
Junta Directiva del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación
(INEE). En ésta, además de los asuntos que normalmente se tratan en la reunión
de cierre anual del órgano colegiado de gobierno del instituto, el director del
mismo, licenciado Felipe Martínez Rizo, tenía previsto presentar su renuncia al
cargo, como seguramente lo hizo.
Las razones de Martínez Rizo para dar este
paso, según lo comentado al staff directivo y a los integrantes del Consejo
Técnico del INEE, tienen que ver, fundamentalmente, con dificultades de
comunicación y operación con la Secretaría de Educación Pública (SEP).
El nombramiento del director general del INEE procede del titular del
Ejecutivo federal, quien puede delegar esta atribución a la Junta Directiva del
instituto, a través del secretario de Educación Pública. En la segunda
modalidad, dicha designación se hará mediante procedimientos de selección y de
evaluación de méritos (Estatuto Orgánico del INEE, arts. 33 y 34). Martínez
Rizo ha sido el primero, y único hasta la fecha, director del INEE desde 2002.
Fue seleccionado por la Junta Directiva entre varios candidatos, avalado por el
presidente Vicente Fox Quesada y, posteriormente, ratificado por el presidente
Felipe Calderón Hinojosa en 2006.
En su corto periodo de vida, la productividad del INEE sólo puede calificarse
de extraordinaria. En siete años de operación ha generado más de doscientas
publicaciones para dar cuenta de la problemática de la educación básica en
México. La calidad de los estudios a cargo del instituto es ampliamente
reconocida en el medio académico nacional y también entre los estudiosos del
fenómeno educativo en el ámbito internacional.
Al INEE se deben, entre otros importantes trabajos, la administración para
México del estudio denominado Programa para la Evaluación Internacional de
Estudiantes (PISA), así como de la evaluación latinoamericana conocida como
Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo (SERCE). No menos
importantes, los Exámenes para la Calidad y el Logro Educativo (EXCALE), así
como un número relevante de evaluaciones sobre el aprendizaje de los niños de
preescolar y primaria, y de los jóvenes de educación secundaria.
Recientemente
el INEE inició una relación con la Subsecretaría de Educación Media Superior y
el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior (Ceneval) para
iniciar las evaluaciones de los estudiantes del bachillerato mexicano. Además de los estudios y pruebas a cargo del instituto, el INEE ha
desarrollado una cuidadosa labor de sistematización de la estadística general
relativa a la educación básica en México. Los textos producidos al respecto, en
la serie de Panorama Educativo de México, son una referencia de gran valor para
la investigación educativa y también para la toma de decisiones en el sector.
Gracias a su sobresaliente y reconocida capacidad técnica, los resultados que
produce y da a conocer el INEE se aprecian como un punto de vista objetivo sobre
los problemas de la educación en México. Lo que no siempre ha sido cómodo, ni
mucho menos, para los diversos actores involucrados en la gestión educativa: la
Secretaría de Educación Pública, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la
Educación (SNTE) y otros agentes del sector educativo público o privado en
México.
El INEE fue concebido y ha operado como una instancia de evaluación educativa
relativamente autónoma del gobierno. Aunque su presupuesto y control
administrativo depende de la SEP, la orientación sustantiva de los estudios, así
como la enunciación de juicios de valor sobre los resultados de las evaluaciones
han dependido, hasta este momento, del propio instituto.
Con una visión crítica acerca de la problemática educativa mexicana, y
también con una perspectiva bastante clara de los alcances y límites de la
evaluación, el INEE no se ha dejado presionar ni por los intereses que reclaman
la difusión de resultados escuela por escuela, ni por la conveniencia
gubernamental de resaltar la cara positiva de las evaluaciones. No han sido
pocas las declaraciones incómodas del titular del instituto en medios de
opinión pública y es conocida su actitud honesta ante temas delicados, como, por
ejemplo, sus críticas al SNTE en su pretendido papel de autoridad educativa e,
incluso, sus críticas a varios de los programas estrella de la SEP.
El problema estructural es, probablemente, que el INEE no entra con facilidad
en la ecuación política de la Alianza por la Calidad de la Educación, en la cual
SEP y SNTE buscan abarcar el espacio completo de la gestión educativa, incluida
la fun-ción de evaluación que ha venido, con eficacia y con autonomía, del
instituto.
Con la renuncia de Martínez Rizo se abren varias alternativas y también se
presentan indiscutibles riesgos. El mejor escenario es que se deje a la Junta de
Gobierno gestionar el reemplazo con reglas claras y transparentes de concurso.
El peor es dejar que actúe el interés político colocado en el vínculo SEP-SNTE.
Ya veremos qué pasa, por lo pronto, conviene hacer notar que poner en peligro la
autonomía del INEE sería uno de los mayores retrocesos de la política de
evaluación educativa que se ha logrado construir en estos años.