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18 de septiembre de 2008

Rankings universitarios, la conexión china. Primera parte

El primer esfuerzo sistemático de elaboración de un ranking mundial de universidades se debe a un grupo de académicos del Instituto de Educación Superior de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, China. La primera edición de esa lista, denominada Academic Ranking of World Universities (ARWU), data de 2003. Desde entonces, cada año, el 15 de agosto, se ha dado a conocer la lista de las primeras 500 universidades calificadas según los criterios del proyecto.

En el ARWU la expresión world universities equivale a lo que, en otros contextos, se ha dado en llamar “universidades de clase mundial”. Los autores del ranking han dicho y repetido que el objetivo del proyecto consiste en contar con indicadores objetivos acerca de los fundamentos de la calidad y la competitividad académica de las principales universidades del planeta. ¿Con qué finalidad? Con la de delimitar un marco de referencia paramétrico al cual puedan aproximarse las universidades de China mediante procesos, acciones e inversiones estratégicas.
 
Aunque desmesuradamente ambicioso, el fin último del proyecto —esto es, asentar el tablero del juego de la competencia global universitaria, para luego participar protagónicamente en el mismo— se ha cumplido en cierta medida. Al día de hoy el ranking de Jiao Tong es una referencia importante en medios de debate académico y genera efectos mediáticos y políticos significativos.
 
Al darse a conocer los resultados de la edición 2008, periódicos de varios países resaltaron los datos con distinta interpretación. En Francia se hizo notar el escaso número de universidades en el ranking. Que únicamente la Universidad de París XI y la Normal Superior hayan figurado en la clasificación de las primeras cien dio lugar a declaraciones de Valérie Pécrese, ministra de Enseñanza Superior e Investigación, en el sentido de la necesidad de profundizar en la reforma universitaria francesa para mejorar la competitividad de los centros académicos del país.
 
En Brasil la nota resaltada fue que seis universidades figuraron en la lista de las primeras 500 y que la Universidad de Sao Paulo apareció como la mejor calificada en el ámbito iberoamericano, al ser ubicada dentro de las mejores 150 universidades del planeta. En otros países, como Australia e India, se comentó que el escaso número de universidades bien colocadas en el ranking podría atribuirse más a debilidades metodológicas del instrumento que a problemas de calidad de las instituciones.
 
En Nigeria un diario destacó: “De nueva cuenta, con ninguna universidad en las primeras 500”. En otros países, como en España o México, los resultados del ARWU 2008 pasaron más bien desapercidos, probablemente porque la nueva edición del ranking coloca a las instituciones españolas y a la UNAM prácticamente en la misma posición que la adjudicada en otros años.
 
El ranking universitario competidor del Jiao Tong es, como se sabe, el publicado por el Times Higher Education Supplement (THES), elaborado a través de los servicios de investigación de mercado de la firma Quacquarelli Symonds (QS). Éste normalmente se publica en noviembre, cuenta con buena reputación aunque, desde su primera edición en 2004, ha ido variando la metodología y, por lo tanto, generado resultados inestables.
 
Sobre la validez de los resultados de ambos rankings (ARWU y THES) hay dudas cada vez más serias. La principal, la falta de transparencia sobre sus bases de datos, de la cual se deriva la “irreplicabilidad” de los resultados por investigadores independientes. Cuando se pregunta a los investigadores chinos sobre la forma como construyen ciertos indicadores, en particular el que se refiere al número de referencias bibliográficas sobre la planta académica de tiempo completo, se limitan a responder, con la misma elocuencia que las galletas de la buena fortuna: “Es un cálculo muy complejo”. Ha de serlo, porque si un dato es difícil de precisar en el mundo universitario es el que se refiere a la distribución de las plantas académicas por clase de nombramiento y tiempo de dedicación a las funciones.
 
Así las cosas, han surgido ya varias alternativas a estos rankings globales. El semanario Newsweek publicó en agosto de 2006 su propia lista de las mejores cien universidades. No ha vuelto a repetir la experiencia. Un grupo académico de España (Cybermetrics-Lab) ha generado el Webometrics Ranking of World Universities con un enfoque centrado en la visibilidad e impacto de los productos académicos universitarios colocados en internet. La Escuela de Minas de París, por su parte, ha producido un ranking sobre la calidad profesional de los egresados de las universidades: el Professional Ranking of World Universities (PRWU).
 
Los más recientes, sin embargo, provienen de China: el Performance Ranking of Scientific Papers for World Universities, producido por el Consejo de Evaluación y Acreditación de Taiwan, y un ranking de Indicadores Esenciales de la Ciencia, elaborado por el Centro Universitario para la Evaluación de la Ciencia en China, de la Universidad de Wuhan. El primero de éstos se circunscribe a la capacidad de investigación de los centros académicos medida en el número de artículos en revistas dentro del índice ISI-Thomson y el número de citas registradas por el mismo instrumento. Deja fuera indicadores subjetivos (como la opinión de empleadores que incluye el THES y el PRWU) y también omite los indicadores de “excelencia” del ARWU (premios Nobel y medallas de matemáticas).
 
El ranking de Taiwan tiene todo lo necesario para fijar el estándar de medición de la variable de impacto bibliométrico. A eso se reduce, pero con la ventaja de transparencia metodológica y, por lo tanto, de replicabilidad. Más adelante comentaremos sus resultados.

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