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21 de junio de 2007

Coordinación universitaria, panorama internacional. Cuarta parte: Rusia

Pese a la desintegración de la Unión Soviética a finales de los ochenta, la Federación Rusa se mantuvo como la entidad territorial más extensa del planeta y una de las más pobladas con 140 millones de habitantes. Desde el ángulo de sus dimensiones, el sistema de educación superior ruso es también uno de los principales a nivel mundial.

Con una matrícula de casi nueve millones de estudiantes (técnico superior, formación profesional y posgrado), de la cual el 57.3 por ciento son mujeres, la tasa de cobertura supera el umbral de setenta por ciento. El 22.3 por ciento de la matrícula se concentra en la opción de técnico superior y el 77.7 por ciento programas de formación profesional y de posgrado. Aproximadamente el diez por ciento de la matrícula total es atendida por IES privadas.

Rusia heredó de la etapa soviética un esquema de administración pública y gobierno altamente centralizado y vertical en la toma de decisiones. Pero también, y por las mismas causas, recibió el legado de las más consolidadas instituciones públicas, entre éstas el sistema de universidades e institutos de investigación científica. Por ello, no debe extrañar el grado de desarrollo cuantitativo y cualitativo alcanzado por el sistema.

No obstante, hay en la actualidad un importante debate acerca del presente y futuro de la educación superior rusa. Entre los temas que ocupan la atención tiene un sitio destacado la problemática de la inserción laboral de los egresados, el acoplamiento de las estructuras curriculares a los acuerdos del Espacio Europeo de la Educación Superior (EEES), la competitividad de los programas con respecto a Europa, Asia y los Estados Unidos, la contribución de las universidades a las reformas económicas y políticas federales, la calidad académica y, en forma destacada, los temas que conciernen a la coordinación del sistema.

Para entender los problemas y soluciones a los que se refiere el tema de la coordinación de la educación superior en Rusia, es preciso traer a colación las líneas de desarrollo y tendencias desplegadas a partir de la reconstrucción nacional. En la llamada década Yeltsin (1990-1999), los aspectos predominantes del proceso de cambio fueron: a) la formación de un sector de IES privadas; b) la supervivencia y continuidad del sistema de universidades públicas, institutos y academias de investigación; c) la adecuación de estructuras curriculares y contenidos para acercarlos a los estándares occidentales.

Durante ese periodo, en el marco de la Constitución de la Federación Rusa de 1993, se aprobaron varias normas y documentos relacionados con la educación superior, entre los que destaca la "Ley Federal de Educación Superior y Posgrado" y el documento "La Concepción de Modernización de la Educación Rusa hasta 2010". Ambos textos fueron aprobados por la Duma (Congreso Federal) en 1996.

Las prioridades establecidas en la Concepción fueron, en resumen: preservar y promover el carácter humanitario de la educación superior; incrementar la eficiencia del sistema; armonizar el sistema con las tendencias europeas, en particular con los esquemas de aseguramiento de calidad; flexibilizar el currículum; promover el concepto de estudios aplicados; e incorporar a los estudiantes como socios del proceso de transformación.

En 1997 se estableció un esquema de acreditación bajo la responsabilidad de un Consejo de Acreditación en que están representados ministerios y agencias federales competentes, la Conferencia Nacional de Rectores, la asociación de IES privadas y las academias y gremios profesionales.

Para establecer un segmento privado se fomentó la inversión en el sector y la participación de agencias gubernamentales, científicas y universitarias en la creación de IES. Las universidades públicas apoyaron el desarrollo mediante estrategias de cooperación y facilidades para el uso compartido de bibliotecas, infraestructura de investigación y áreas deportivas. Gracias a ello, a partir de los años noventa se formaron más de cuatrocientas IES privadas, la mayoría con profesiones orientadas al mercado, casi todas de pequeñas, y "sólo un puñado con estándares de calidad académica" (Dmtry Suspitsin, "Russian Private Higher Education: Alliances with State Run Organizations", International Higher Education, 2003).

Desarrollos en la última década

Desde mediados de los noventa, como efecto de la aguda crisis fiscal rusa, se permitió que las IES públicas establecieran cuotas de inscripción y colegiaturas. Bajo la presidencia de Vladimir Putin (2000 hasta la fecha), prosiguieron las políticas establecidas. Sin embargo, la decisión de participar en el EEES (2003) abrió nuevas perspectivas. En 2004 se produjo una reestructuración de la administración pública responsable al crearse el Ministerio de Educación y Ciencias como fusión de la anterior estructura ministerial y las divisiones de ciencia, tecnología e innovación de otros ministerios.

Por decreto gubernamental (abril 2004) se creó la Agencia Federal de Supervisión de la Educación y la Investigación con responsabilidad de supervisar la aplicación de políticas, coordinar la acreditación, reconocer equivalencias, y controlar aspectos de la gestión académica institucional: provisión de plazas, exámenes de grado y posgrado, sistemas de créditos, entre otros.

Además de los retos que implica para Rusia su incorporación al EEES, se reconocen como fundamentales los que atañen al desarrollo de instituciones en regionales y municipales, en donde se advierte un heterogéneo nivel de calidad, difícilmente comparable con el logrado en las IES metropolitanas. También está presente el tema de la autonomía, donde el problema central, como señala Olga B. Brain en "University Autonomy in the Russian Federation since Perestroika" (Slavic Review, verano 2005), radica en lograr un balance entre las atribuciones concedidas a las universidades, la nuevas y amplias funciones de las agencias federales y la agenda de desarrollo socioeconómico de la Federación.

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